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Shrutikhanna/Pixabay |
La homilía petulante sobre tus secretos,
El desprecio infantil a tu generosidad;
Sofismas, que tratan de ensordecer tu palabra
al ignorante oído de los hijos que engendraste,
haciéndolos pensar, que en vez de hijos, son tus padres.
Niebla que no les permite ver tu sabiduría,
cuando sutil emana de tu poderosa alma
y siguen embaucados por su obtusa reyerta,
ciegos ante tus pómulos de ríos salados.
-¡Oh, Madre!-
¡Has anhelado durante tanto… la llegada
de estas inocentes criaturas, que amamantas!
que tu corazón de verdadera Madre, siempre
atento a la suicida impericia adolescente
de sus hijos, arranca fuerzas de sus entrañas
para soportar el dolor de tan corta estancia.
El desprecio infantil a tu generosidad;
Sofismas, que tratan de ensordecer tu palabra
al ignorante oído de los hijos que engendraste,
haciéndolos pensar, que en vez de hijos, son tus padres.
Niebla que no les permite ver tu sabiduría,
cuando sutil emana de tu poderosa alma
y siguen embaucados por su obtusa reyerta,
ciegos ante tus pómulos de ríos salados.
-¡Oh, Madre!-
¡Has anhelado durante tanto… la llegada
de estas inocentes criaturas, que amamantas!
que tu corazón de verdadera Madre, siempre
atento a la suicida impericia adolescente
de sus hijos, arranca fuerzas de sus entrañas
para soportar el dolor de tan corta estancia.
por Balueiro
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