Sus pisadas serenas,
acarician el inmemorial suelo
del frío muelle, en el mes de diciembre,
en medio de gamelas ataviadas
con el sobrio arte de pesca, aún mojado.
acarician el inmemorial suelo
del frío muelle, en el mes de diciembre,
en medio de gamelas ataviadas
con el sobrio arte de pesca, aún mojado.
Su áspera boina negra
trata de retener, perseverante,
cualquier contacto en la callosa palma
de la mano, nostálgica de sal,
en su última parada.
Sus distraídos ojos,
vuelan hacia el infinito horizonte
de un mar ardiente en un tiempo pasado,
a bordo de un navío memorable,
con proa valiente y de estela firme.
Su áspera boina negra
intentará estampar, sutilmente,
cada reflejo, en la opaca retina
humedecida por la sal marina,
en su última parada.
Su emoción aliviada
regresa con los suyos para siempre,
que esperan impacientes, la llegada,
de su gran marinero corazón,
en la última parada.
trata de retener, perseverante,
cualquier contacto en la callosa palma
de la mano, nostálgica de sal,
en su última parada.
Sus distraídos ojos,
vuelan hacia el infinito horizonte
de un mar ardiente en un tiempo pasado,
a bordo de un navío memorable,
con proa valiente y de estela firme.
Su áspera boina negra
intentará estampar, sutilmente,
cada reflejo, en la opaca retina
humedecida por la sal marina,
en su última parada.
Su emoción aliviada
regresa con los suyos para siempre,
que esperan impacientes, la llegada,
de su gran marinero corazón,
en la última parada.
por Balueiro
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