Están los anzuelos oxidados,
carcomidos, los remos de las chalana;
las redes de algodón, olvidadas;
y en un rincón de la chabola,
un escandallo abandonado,
que tantos bollos de pan llevó a casa.
carcomidos, los remos de las chalana;
las redes de algodón, olvidadas;
y en un rincón de la chabola,
un escandallo abandonado,
que tantos bollos de pan llevó a casa.
-¡Eran de mandioca, pero llenaban
nuestros estómagos famélicos,
que poco más esperaban!-,
decía con satisfacción mi abuelo,
solitario en el atardecer,
antes de la velada.
Carreras para vender miles de toneladas.
Mentiras de estupidez, que me llevan
de encrucijada en encrucijada.
Derroteros en el papel sin una certera recalada.
Ceguera o bisoñez, de una amnesia
cada vez más pronunciada
que no me permite ver la tristeza en su cara,
escondida bajo una boina y detrás
de las marcas del agua salada.
cada vez más pronunciada
que no me permite ver la tristeza en su cara,
escondida bajo una boina y detrás
de las marcas del agua salada.
por Balueiro
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