Es conocida mundialmente como Cape Town. En español, la llamamos Ciudad del Cabo. Una traducción literal que paradójicamente encaja a la perfección con el nombre original salvo por la lógica inversión de los términos a los que nos somete de forma regular el inglés. Ya se sabe, siempre andan al revés. ¿O somos nosotros los que con el tren parado tenemos la sensación de estar saliendo de la estación?. Realmente, en este momento, no lo sé. No tengo la respuesta adecuada.
De lo que sí estoy seguro es de que la mejor solución a este conflicto lingüístico, como casi siempre, la han adoptado nuestros antepasados gallegos: ni para ti, ni para mi. “Nin subo, nin baixo. Ti verás”. Y así surgió CAPETÓN. ¡Coño, cómo lo dicen los ingleses! Eso sí, estaremos de acuerdo que más española que ninguna: aguda terminada en “-n”, con tilde en la o.
- Braulio, vaya preparándose para embarcar. La próxima semana, el barco entra en Ciudad del Cabo.
- ¿Me cambian de barco? –respondió, mi abuelo incrédulo o ¿irónico?-. En el que siempre navego entra en Capetón, no en Ciudad del Cabo.
Y esto viene a colación porque no sé si la señora Damanaki, durante la última reunión de ICCAT, estuvo en Ciudad del Cabo o en Cape Town. Lo que sí sé, a ciencia cierta, es que no ha estado en CAPETÓN con nosotros, los pescadores españoles. No parecen gustarle las palabras agudas terminadas en “-on” en las que no hay dudas sobre si se tildan o no. Son claras. Ella parece encontrarse más a gusto navegando entre tildes diacríticas.
Hay un romance cantado en el siglo de oro español que me recuerda lo vivido en “Capetón”. En él, lo que parece ser un angel es la muerte y un halo de esperanza no es más que el final. Lo mismo que nos está sucediendo a la flota palangrera con las últimas medidas asumidas desde la Unión Europea. Sabio el Romancero español, ya lo apuntó Federico García Lorca. Vean si no; hagan volar su imaginación, escuchen la música y al juglar que llevan dentro:
Un sueño soñaba anoche,
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca,
muy más que la nieve fría.
-¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.-
-No soy el amor, amante:
la Muerte que Dios te envía.-
-¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!-
-Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.-
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
-¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!-
-¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.-
-Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida sería.-
-Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare,
mis trenzas añadiría.-
la fina seda se rompe;
la muerte allí venía:
-Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.-
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca,
muy más que la nieve fría.
-¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.-
-No soy el amor, amante:
la Muerte que Dios te envía.-
-¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!-
-Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.-
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
-¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!-
-¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.-
-Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida sería.-
-Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare,
mis trenzas añadiría.-
la fina seda se rompe;
la muerte allí venía:
-Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.-
Así es Balu, ya lo dice el refrán “el hombre es el único ser que tropieza dos veces en la misma piedra”. Y el tropezón, en esta reunión de ICCAT fue el mismo que hace un año. El sector pesquero comunitario se presentó, en aquella ocasión en Agadir, confiado en que la Unión Europea defendería en el contexto internacional lo mismo que acababa de aprobar para sus pescadores: la obligación de desembarcar la aleta adherida. Nada como las hemerotecas para recordar que de Agadir el sector volvió desilusionado y de “Capetón” con un buen “capón”. Y de capón en capón, vamos viendo como el tiempo se agota.
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