Son trece canciones donde la mezcla de la maestría de los músicos con el canto de las ballenas nos sumergen placenteramente en la magia de las aguas del Ártico, a resguardo de las ventiscas que soplan con fuerza sobre el hielo. Jacob Kirkegaard lo define con exactitud: "Escuchar a las ballenas me invita al abismo de mí mismo".
La comunicación que se establece entre la música y el canto en POD TUNE despierta la inquietud de la duda. La misma que alimenta al esfuerzo de la investigadora estadounidense Kate Stafford por entender el lenguaje de las canciones de las ballenas boreales, que cambian constantemente. La duda, también, sobre si estamos ante unos meros sonidos de llamada o ante un lenguaje complejo que solamente se le atribuye al ser humano. Tom Wolfe definió al Homo sapiens como "Homo loquax" (que habla). ¿Por qué no, cualquier día, Kate Stafford nos sorprende con el fantástico descubrimiento de que la ballena boreal no es solamente Balaena mysticetus sino que, además, Balaena loquens?
No resulta inverosímil encontrar a la Balaena loquens entre las líneas de las investigaciones de la Doctora Kate Stafford. No resulta inverosímil pensar que están más cerca de Ferdinand Saussure y sus Propiedades de los signos lingüísticos o de las lenguas silbadas como el silbo gomero que de la Danza de las abejas de Von Frisch o de las Señales de alarma de los Cercopitecos verdes de Robert Seyfarth y Dorothy Cheney. El debate lingüístico de diferenciación entre la lengua y el habla de Saussure y Chomsky podría transcender más allá de lo humano si investigadores como la Doctora Kate Stafford consiguen poner luz sobre las zonas oscuras que todavía nos ocultan los códigos de comunicación de las ballenas boreales. Sus canciones cambian, sus canciones las aprenden y las transmiten; ¿por qué no soñar conque un número limitado de signos lingüísticos les permite desarrollar un número infinito de mensajes?
Quizás Aarón (un niño de ocho años, amigo de Corazones de Sal, que habla con las ballenas) esté en lo cierto; solo que aún, nosotros, no hemos descubierto a la Balaena loquens.
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