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Foto: Pixabay-Geralt |
Ultimamente las organizaciones ecologistas se han apuntado al mundo de las listas y así nos encontramos con listas de productos rojos o verdes, en función de si es recomendable consumirlos o no por su impacto en el medio. Listas blancas o negras de barcos que realizan pesca ilegal, en función de si la clasificación es positiva o negativa. Y la última a la que nos queremos referir es a la lista de barcos monstruosos que acaba de presentar Greenpeace para denunciar la actividad de barcos que la organización ecologista considera que han de estar prohibidos por su capacidad extractiva. Los barcos incluidos en esta lista son barcos regulados, con banderas nacionales de países con legislaciones pesqueras y medios de control e inspección, dedicados a unas pesquerías que requieren un barco de tamaño.
Sin embargo, la pregunta que nos hacemos es si ¿es monstruosa la lista de barcos citados o es más monstruosa la lista de barcos que no se pueden citar? Barcos sin bandera, que milagrosamente se mantienen a flote y navegan como fantasmas por los océanos del Planeta con tripulaciones en condiciones de esclavitud, con condiciones higiénico sanitarias totalmente ausentes, y con unas prácticas pesqueras que no son ni prácticas, ni pesca, sino un verdadero atentado contra la naturaleza. Barcos que ni a sus propios armadores preocupan más allá de lucro que les reporta.
Seguimos, y nos siguen, zumbando con el término sostenibilidad que ya se pasa de manido y como todos los términos excesivamente mencionados parece que ya han caído en un abismo de prostitución. Sí, quizá el término se haya prostituido y así, ante la sostenibilidad defendida por los ecologistas y matizada eufemísticamente por el sector pesquero y por las autoridades con el añadido "desde el triple punto de vista social, económico y biológico", nosotros preferimos apelar a la responsabilidad. Y a la responsabilidad de unos y de otros por la defensa de una pesca responsable, sin eufemismos. Responsabilidad con el medio; responsabilidad con los trabajadores; responsabilidad con las comunidades costeras que dependen de la actividad pesquera porque muchas veces la sostenibilidad no lleva asociado el concepto responsabilidad pero la responsabilidad siempre derivará en la sostenibilidad.
Eliminar esos barcos irresponsables, insostenibles e irrespetuosos debería ser la prioridad de las listas. Difícil de conseguir, cierto, pero precisamente por ello requiere más lucha, más denuncia y más medios. Y una vez eliminada esta lacra no sólo para la pesca, sino también para la humanidad por la explotación humana que ello conlleva, quizá se pueda abrir el debate sobre si estos barcos de mayor tamaño, que operan sobre pesquerías reguladas y con normas estrictas de control e inspección, han de ser o no permitidos. Pero mientras cientos de barcos fantasmas campen a sus anchas por el infinito mar, el debate queda totalmente cojo.
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