jueves, 24 de julio de 2014

Tiempo de lectura: El viejo y el mar

La Mar nos invita a la lectura.

Con el verano podemos disfrutar, tumbados en una playa o sentados sobre unas rocas apartadas, de un tiempo extra para la lectura. Ya sea en periodo vacacional, en compañía de un bocata en las horas libres en medio de la insufrible "jornada partida" o aprovechando la tarde tras una jornada completa de trabajo, la mar nos invita a acercarnos a ella en la época estival. Su rum-rum nos relaja y nos tienta a abrir las páginas de alguna novela amena que un amigo nos recomendó o que rescatamos de nuestra propia memoria.

 "El viejo y el mar" de Hemingway bien puede ser una de esas novelas. Una de las que a través de sus páginas conseguirá llevarnos a bordo desde la orilla hacia mar adentro acompañando a los pensamientos Santiago. Será una tarde de mar, de puro mar de principio a fin. Una hermosa novela para leer en una tarde.

Será un viaje de emoción para los que descendemos de marineros y para todos los que amamos a la Mar desde lo más verdadero de nosotros mismos. La pobreza que nos recordará a nuestros antepasados, el respeto y admiración hacia los viejos lobos de mar que paladearemos a través de los ojos de Manolín, la soledad, la lucha y la hermandad con el Océano en la que nos sumergiremos con los monólogos interiores de Santiago nos garantizarán una tarde en la que no solo oiremos el rum-rum de la mar, sino que la escucharemos con meridiana claridad, e igual que el Viejo entablaremos una conversación con ella al cerrar la contraportada con la puesta de sol.

La lucha entre el pescador y el pez espada la describe Hemingway de tal manera que la eleva al rango de la mística. Uno, que ha vivido esa batalla en la Mar, revive el dolor de las manos entumecidas, los brazos agarrotados, las conversaciones con el pez y con el anzuelo, los tirones del pescado hacia el fondo del Océano, los círculos que describe cuando se agota, la rendición cuando cede. También nuestra derrota cuando se suelta y se escapa. Es un reto ancestral por la supervivencia y cuando el pez definitivamente está a bordo se mezclan sentimientos de alegría por la captura y de admiración hacia tan majestuoso ser.

"Me estás matando pez  -pensó el viejo-. Pero tienes derecho. Hermano, jamás en mi vida he visto cosa más grande, ni más hermosa, ni más tranquila ni más noble que tú. Vamos, ven a matarme. No importa quién mate a quién".

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