miércoles, 12 de marzo de 2014

Marea Blanca: Gente de mar que se fue... y no en la mar

La asesina
Hay temas de los que nos cuesta hablar, y que por unas u otras razones evitamos abordarlos. Unas de estas razones pueden estar relacionadas con el dolor que nos causa enfrentarnos directamente con ellos; otras, por el daño que podemos infligir a otras personas, incluso sin saberlo, o sin tener intención de ello. Sea como fuere, creo que todos encerramos en nuestro interior "temas tabú" que desearíamos, muchas veces, liberarlos y compartirlos en plena libertad con lo que opinamos, con lo que vivimos o con lo que sabemos, en el momento en el que afloran y nos inundan.

Uno de esos momentos, para nosotros, es ahora; uno de esos "temas" es la droga. Esa droga que, evitando eufemismos, se llama "heroína". Esa droga que ha barrido a más de una generación de excelentes marineros y atadeiras, compañeros y amigos. Especialmente dura en Galicia en los puertos de mar. Asesina implacable que se camufló entre jóvenes marineros prometedores: potenciales patrones de pesca, jefes de máquinas, magníficos contramaestres, creativos cocineros, expertos bodegueros y mejores atadeiras ... y por encima de todo gente de mar.

Resulta incomprensible y sumamente doloroso leer en la prensa en estos días que el consumo de esta droga vuelve a crecer y de nuevo amenaza a la juventud. Los que tenemos la fortuna de contarlo (y digo bien: fortuna) nos preguntamos qué le sucede a nuestra sociedad, que tiene la capacidad de anestesiarse y no aprender del pasado reciente. Si doloroso es recibir un goteo constante de noticias sobre el fallecimiento de un amigo o un compañero a lo largo de tres décadas, por causa directa o derivada del consumo de heroína, más doloroso es saber que, de nuevo, esta asesina, ha largado sus redes a la mar.

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 Una droga que mata o hunde en la marginalidad, o ambas cosas en el tiempo, a todo el que se le acerca. Quizás en la marginalidad que provoca sea donde resida su éxito, dado que causa en el resto de la sociedad, en general, rechazo hacia las personas que han caído en sus redes, salvo que nos toque de cerca. Solemos olvidar lo que fueron antes de ser capturados, nos resulta imposible reconocer, tras las cicatrices que la heroína causa, a la persona que algún día conocimos.

Un invierno prematuro, acecha,
fruto de una primavera incandescente,
de una tierra que se quiebra
alrededor de un árbol que se desvanece.

Soleados veranos ochenteros,
bañaron sus hojas,
florecientes,
con las notas de guitarras inocentes
y un pasaje al Paraíso,
venido del lejano Oriente,
cómo gotas de rocío
en medio del acero reluciente.

Un viaje que comienza; es una espiral
de afuera hacia el centro,
donde cada paso que das,
te aproxima al epicentro,
y te aleja de todo lo demás
en este malvado caminar
de sinrazón concéntrica,
de magnetismo infernal,
que crece, que aumenta,
cuanto más te acercas.

Un invierno prematuro,
que amenaza con la muerte...
sin respuestas al ¿por qué?
de las ramas que se secan,
en un árbol que se desvanece.

Estos días hemos leído en la prensa que en Estados Unidos se ha levantado una alerta por el consumo de heroína. El propio fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, ha señalado se están redoblando los esfuerzos para reducir el fuerte incremento en las sobredosis mortales con heroína, con el narcotráfico y el abuso de narcóticos con receta en la base de lo que ha calificado como una "crisis urgente de salud pública". Es una responsabilidad de todos concienciar sobre el consumo de drogas y por ello nosotros queremos recordar el documental "Marea Blanca" que narra la historia de un pueblo gallego, Vilanova de Arousa (provincia de Pontevedra), que ha perdido a una generación entera de jóvenes. Un duro documental sobre una aún más dura realidad que nos remite al grito de "Nunca Máis".

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