lunes, 22 de marzo de 2021
Peces de mi corazón
Nuevos avances en las enfermedades coronarias que vienen del mar y que se basan en la capacidad de ciertos peces para curar daños en sus corazones. Un grupo de investigación europeo, dirigido por la profesora Mathilda Mommersteeg, científica de la Universidad de Oxford, Reino Unido, ha recurrido a la especie Astyanax mexicanus –un pez de agua dulce– para resolver la reparación del corazón. Y es que después de un ataque cardíaco, en el que se interrumpe el flujo de sangre al músculo cardíaco que late y lo priva de oxígeno, se forma tejido cicatricial –más rígido y que interfiere en la capacidad del corazón para bombear sangre por todo el cuerpo, lo que aumenta la probabilidad de un paro cardíaco y una insuficiencia cardíaca letal en el futuro– en lugar de las células muertas.
El equipo de Mommersteeg para el proyecto CaveHeart ha descubierto que esta especie puede reparar el tejido cardíaco dañado. "Nuestro proyecto puede proporcionar pistas importantes sobre por qué otros animales perdieron la capacidad de regenerar el corazón durante la evolución", explica Gennaro Ruggiero, biólogo molecular de la Universidad de Oxford que forma parte del equipo que realiza la investigación. "Si entendemos el mecanismo, eso puede ayudarnos a desarrollar nuevas formas de promover la reparación del corazón humano".
Los investigadores esperan que, al comprender cómo estos animales pueden reparar sus corazones dañados, algún día puedan conducir a nuevos tratamientos farmacológicos que se puedan administrar a los pacientes que han sufrido un ataque cardíaco. Pero para hacer esto también necesitan descifrar exactamente por qué algunos animales pueden reparar el músculo cardíaco mientras que otros no.
También Nadia Mercader, bióloga del desarrollo de la Universidad de Berna, Suiza, está estudiando el pez cebra en experimentos de laboratorio como parte del proyecto TransReg para comprender mejor los orígenes de las enfermedades cardíacas. En su caso el objetivo es saber si el daño al tejido cardíaco en un padre o abuelo podría transmitirse de generación en generación como una "memoria biológica". Desentrañar cómo la genética, la herencia epigenética o las elecciones de estilo de vida contribuyen a los problemas cardíacos en las personas es extremadamente complicado. Hay tantas variaciones durante la vida y no se puede monitorear a las personas las 24 horas del día, explican los investigadores.
"Muchas de las células que están presentes en los corazones de pez cebra también están presentes en nuestros propios corazones", ha explicado por lo que descubrir si los cambios epigenéticos relacionados con el daño en el tejido cardíaco se transmiten de padres o abuelos, en última instancia, podría proporcionar una forma de detectar a las personas con mayor riesgo de problemas cardíacos.
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