Vivir cerca del mar contribuye a mejorar la salud mental. Lo decimos nosotros que lo vivimos en carnes propias pero también la Universidad de Exeter donde sus investigadores encuestaron a 26.000 personas en su análisis sobre los efectos en el bienestar de estar junto al mar. Los sonidos de las olas tienen el poder de llegar a disminuir la ansiedad y los niveles de cortisol. Y de hecho, antaño los médicos tenían una receta mágica para combatir la ansiedad y la depresión: viajar cerca del mar.
Después de tener en cuenta otros factores relacionados, el estudio reveló que vivir en grandes pueblos y ciudades cercanas a la costa de Inglaterra está relacionado con una mejor salud mental para aquellos en los hogares con ingresos más bajos.
Mientras el mar nos sana, nosotros enfermamos al mar. ¿Cómo lo hacemos? Como si no llegase con las toneladas de plásticos y los microplásticos que vertemos a las aguas, un equipo de investigación, liderado por Giovanni Polverino de la Universidad de Australia Occidental, ha denunciado que nuestros antidepresivos están afectando a los peces y para ver sus efectos Polverino y su equipo realizaron un experimento y durante dos años sometieron a un tipo de pez específico, los Poecilia reticulata, a niveles bajos de fluoxetina –conocido por la marca comercial Prozac–.
Entre los efectos, algunas de las alteraciones relacionadas con la actividad normal de ciertos peces, a su capacidad de socializar, patrones de alimentación, rutas migratorias e incluso su apareamiento. Y, ojo, por que las concentraciones de las investigaciones son muy inferiores a las que se encuentran actualmente en los océanos. Según las observaciones de Polverino, los peces pierden su capacidad de individualidad cuando se les expone a los antidepresivos, y es muy probable que otras especies también tengan repercusiones vitalicias.
El principal inconveniente es que si los peces no conservan sus comportamientos individuales, las poblaciones de estas especies incrementan considerablemente su riesgo de desaparecer, debido a la imposibilidad de adaptarse a los cambios ambientales.
Ahora, los científicos están estudiando cómo los antidepresivos y otros contaminantes del agua influyen en otros rasgos individuales en los peces, como por ejemplo el metabolismo o la reproducción. De esta forma, podrán estimar con mayor precisión hasta dónde se encuentra afectada la supervivencia de estas especies.
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