martes, 19 de noviembre de 2013

Nunca Máis, por favor

Foto: Público/Miguel Riopa
Hoy hace 11 años que el Prestige se hundió frente a las costas gallegas, partido en dos y tras derramar parte de su carga. Y allí, a más de 3.000 metros de profundidad, siguió siendo una pesadilla para la costa gallega y para los miles de ciudadanos que dependen del mar en Galicia.

Como periodista me encontraba en el medio de una situación en la que mientras las autoridades seguían proclamando a bombo y platillo que aquí no pasaba nada, veíamos como la costa se iba tiñendo de negro.

Más allá de querer entrar en la polémica sobre la gestión de una crisis que más bien parecía una huida hacia adelante fruto de decisiones tomadas sobre la marcha, quisiera aprovechar este blog para reconocer lo que nadie puede ocultar. No lo pudieron tapar ni las 70.000 toneladas de chapapote que escupió el petrolero; ni lo pudieron disfrazar las autoridades ni siquiera los Tribunales. Me refiero a la solidaridad de la población española que, una vez más, superó con creces lo esperado. Hablamos del ímpetu y del esfuerzo de la gente del mar que, ¡menos mal!, no hizo caso a las consignas tranquilizadoras que se lanzaban desde de los despachos y salió a enfrentarse con aquella negra marea que no traería más que amargura a su día a día.

Hablamos de la gente del mar. Sí, de los mismos a quienes tantas veces se les acusa de depredación, de atentar contra la naturaleza o de no cuidar el medio. Aquellos marineros, mariscadores y bateeiros se tragaron su impotencia y sus lágrimas para defender con sus propias manos su querida costa gallega. Y lo hicieron sin pensar en los posibles riesgos, superando con creces la acción u omisión política y demostrando que David, con empeño y fe en si mismo, siempre puede enfrentarse a Goliat. Un Goliat que en esta ocasión era negro y espeso.

Once años después de ver cómo las costas de esta tierra marinera se teñían de negro, sólo queremos decir “Nunca Máis, por favor, Nunca Máis”.

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